El reto de este proyecto consiste en aunar funcionalidad y diseño en un entorno donde los flujos de pasajeros son vitales para que haya una operativa continua, tal como el cliente exige. El edificio se divide en dos partes, divididas por un pasillo que ofrece una experiencia sensorial que acompaña al pasajero tanto en el embarque como al desembarcar del crucero. Se propone una zona de recogida de equipaje en el exterior del edificio, y en el hall principal los controles de seguridad, oficinas para policía y guardia civil, y zona de espera. En el segundo hall encontramos la zona de espera y de facturación en el caso de embarque, y la zona de recogida de maletas en el caso de desembarque. Una zona de retail y una entrada VIP aportan exclusividad al programa, así como algunos elementos decorativos como un tunnel experience, un mosaico de pantallas con información para el pasajero, y una lámpara de 10 metros que sumerge al cliente en los ambientes marinos locales antes o después de tomar su crucero.