Debido al contexto en que nos encontramos, la visita a un espacio sanitario modernista de principios del siglo XX cobra un papel muy interesante. Con una estructura atípica, nos encontramos caminando por los agradables espacios intersticiales exteriores entre pabellones, divididos por especialidades médicas, ajenos al frenesí urbano. Además de las particularidades de la siempre espectacular arquitectura modernista, podemos apreciar elementos como las escocias sanitarias, la luz y ventilación natural cruzada en todos los espacios o el uso de materiales con propiedades higiénico-sanitarias que tanto se reclaman en estos tiempos. Inviable de ser llevado a cabo en la actualidad, pues necesitaríamos una cantidad ingente de superficie para cubrir las demandas de la población, este espacio deber ser conservado al ser el mayor recinto modernista del mundo y enseñarnos que espacios sanitarios también pueden ser considerados arte.
Héctor Martín