De la visita a la Fundación Miró, la conclusión que extraigo es que, más que nunca, podemos considerar el arte como algo totalmente subjetivo. Resulta, en ocasiones, una ardua tarea el hecho de poder comprender qué es lo que el artista nos quiere transmitir con sus obras tan abstractas. Su lenguaje es único, sabes en seguida que estás ante un Miró y ese hecho, sin duda, es algo que siempre debemos perseguir, tener identidad propia y ser fácilmente reconocible. Su manejo del color es indudable, como su imaginación.
Héctor Martín
Al contrario que una pieza hiperrealista de contrastes de luz perfectos de Rembrandt, donde el espectador no puede por más que sentirse conmovido por su belleza y admirar su ejecución, en esta exposición la belleza pasa a un segundo plano, y también la ejecución, ya que a veces uno se cuestiona cuánto tiempo necesitó Miró para trazar una simple línea de tres metros con pintura negra, dando forma así a algunos de sus cuadros.
Como si de un Buscando a Wally se tratase, a lo largo de toda la exposición no dejé de leer el título de la obra y de intentar encontrar sus figuras, basándome en los colores y en las formas, buscando una línea con sentido que me indique qué estoy viendo y desde dónde. Me di cuenta de que ese esfuerzo de imaginar, de averiguar, de suponer, que me estaba convirtiendo en parte en el autor de la obra, no había surgido en el Rijksmuseum de Ámsterdam cuando contemplaba tan detallados y realistas cuadros.
Juanjo Vargas
Con sinceridad no entendí mucho esta Fundación Miró, lo que si puedo decir es que todo tiene una razón del porque de las cosas y entiendo que si todas esas pinturas, esculturas, tapices, dibujos y bocetos están en esa exposición es porque son una de las grandes obras más representativas por el pintor español.
Jean Carlo Colombo